Dorothy, el Hombre de Hojalata, el Espantapájaros y el León Cobarde emprenden un viaje en busca del Mago de Oz, para que les dé lo que creen necesitar: volver a casa, un cerebro, un corazón y valentía. Pero en el camino, descubrirán algo realmente importante: el poder de la amistad. Todos los chicos reconocen los personajes de El Mago de Oz, pero pocos han leído esta maravillosa novela que habla de un mundo donde todo es posible, y cuyo valor literario la hace imprescindible en la formación de los pequeños lectores.

Lyman Frank Baum nació en 1856 en Chittenango, Nueva York, y murió en Hollywood, en 1919. Según se cuenta, de chico no tenía muy buena salud y no podía realizar actividades físicas. Por eso su padre, un adinerado petrolero, le regaló una pequeña imprenta cuando Frank (quien prefería que lo llamaran por ese nombre) todavía era un adolescente. La actividad de periodista lo entusiasmaba mucho así que, con ayuda de su hermano, inició su carrera de editor de periódicos y revistas. También le gustaba el teatro, y desde muy joven trabajó como actor, director y autor. Más adelante se casó, y con su esposa vivió en Aberdeen, Dakota del Sur, entre 1888 y 1890. El paisaje de ese lugar era tan seco y desolado que lo inspiró para describir Kansas en El Mago de Oz. Desde 1897 publicó libros de cuentos y de poemas. Pero hoy conocemos a Baum por El maravilloso Mago de Oz, que apareció en 1900 con gran éxito de crítica y ventas. Después de esta historia escribió unos veinte libros más sobre Oz. En 1939, el famoso director de cine Víctor Fleming filmó la versión cinematográfica que aún disfrutamos.